"El miedo no liberado nos aprieta la garganta, el cuello y la zona
inferior de la espalda, nos levanta los hombros, nos tensa la mandíbula y
contrae el ceño, inmoviliza la pelvis y
traba las rodillas. El miedo estampa su firma por todo el cuerpo, pero
nos hemos acostumbrado tanto a él que nos hemos insensibilizado al
mensaje claro y fuerte de nuestro lenguaje corporal. Este miedo
generalizado se agrava solo, paraliza nuestra energía vital y agarrota
nuestros sentimientos. Nos asusta tanto lo que podemos perder, estamos
tan dolorosamente apegados a lo que tenemos, que nos congelamos en una
muerte en vida para protegernos del dolor de la vida real. Por
aferrarnos a la vida tal cual la tenemos, nos negamos un presente y un
futuro vibrantes."
Gabrielle Roth (Mapas al Éxtasis)