La
Atención Consciente, o Atención Plena, mindfulness, es una práctica en la que tomamos conciencia de las
distintas facetas de nuestra experiencia en el momento presente. Podemos
aprender a ser conscientes de cómo nos movemos, cómo nos sentimos
(tanto física como emocionalmente), y cómo respondemos o reaccionamos
ante cada momento de la vida.
Normalmente,
solemos prestar atención a las actividades del momento sólo con una
pequeña parte de nosotros mismos, mientras la mente y los pensamientos
están en otra cosa completamente. Vivimos en el modo “piloto
automático”, ocupándonos de nuestras cosas con muy poca conciencia de
los detalles de nuestra experiencia del momento - ni siquiera de las
intenciones que motivan nuestras acciones.
Cultivando la atención consciente,
podemos aprender a tener mucha más sensibilidad para el proceso de
reacción casi permanente que experimentamos en respuesta a todo lo que
nos afecta en la vida. Podemos hacernos conscientes de las tensiones
opuestas que crean nuestros impulsos de evitar las cosas que no nos
gustan y de prolongar las experiencias que nos proporcionan placer. Puede
que esto sea especialmente fuerte en el caso de las personas que viven
con dolor o enfermedad, y es probable que sea una reacción automática,
incluso ciega: amoldamos y cambiamos lo que hacemos para intentar evitar
las sensaciones desagradables, sin ser realmente honestos, ni siquiera
conscientes, acerca de lo que está ocurriendo. En consecuencia, no
dejamos de añadir sufrimiento secundario a las sensaciones desagradables
del dolor o enfermedad, lo que acaba reduciendo nuestra calidad de vida
global.
Es posible que haya cosas que no podemos
cambiar, como el dolor, la enfermedad o una circunstancia difícil, pero
al menos podemos darnos cuenta de cómo reaccionamos o respondemos a
todo lo que nos ocurre, y desarrollar estrategias para cambiar la
relación que tenemos con nuestras circunstancias. Mediante la Atención
Consciente o mindfulness, podemos aprender a transformar cualquier
momento en el que podríamos sentirnos una víctima de las circunstancias
en un momento de honestidad, iniciativa y confianza.