Fundamentalmente la tarea terapéutica
primera es ayudar a que la persona se cuente la verdad. Se cuente a sí misma la
verdad de su historia, de sus relaciones, de sus emociones, de sus pensamientos
y de sus deseos y anhelos más íntimos.
En muchas ocasiones la verdad
revelada en terapia es intolerable para la persona. A veces la verdad es de
soledad, de enfermedad, de enfrentamiento, de vacío existencial, de desamor, de
angustia, de resentimiento...es una verdad insostenible y dolorosa que daña lo
más profundo de la persona.
Cuando la realidad que reconozco en
mi vida es intolerable o insoportable muchas veces me la cuento de otro modo.
La decoro, la transformo, la lleno de accesorios para quitarle dureza, la
moldeo forzándola, la encierro escondiéndola, la separo marginándola, y es
cuando aparecen síntomas molestos, síntomas que perjudican mi salud psicológica
e incluso física. Es cuando aparece la ansiedad, la depresión, las crisis, las
manías, los miedos, las fobias y muchas otras dolencias que van perjudicándonos
progresivamente. Debajo de todos estos padecimientos siempre hay una persona
herida en su intimidad y sola en una situación que le sobrepasa y no puede
sostener por sí misma.
Cuando alguien enferma
mentalmente le resulta mucho más complicado gestionar la razón, las emociones,
los impulsos y por tanto encargarse de manera autónoma de su realidad. Su
intimidad se va socavando y fracturando.
La salud de un ser humano depende
de que muchos factores funcionen positivamente; factores genéticos, físicos y de
salud, mentales, a nivel de vínculos parentales (que estén saneados), de una biografía
elaborada y ordenada, etc., todo ello contribuye a elaborar una buena
estructura mental.
Por esta razón, cuando alguien
tiene un problema mental necesitamos indagar donde se encuentra la contrariedad,
en qué lugar de esta cadena de factores necesarios para la salud se ha
producido una fractura y ha dejado a la persona rota en su intimidad.
La intimidad es un aspecto interior de la persona, relacionado con lo privado. La interioridad y la intimidad de aúnan en un núcleo que conforma lo más auténtico y genuino de la persona. Y en este núcleo o centro se genera lo que es natural a cada ser, lo espontáneo e inherente que tenemos y somos de verdad.
La terapia es un espacio de intimidad compartida donde nos detenemos para observarnos y experimentarnos. La terapia es una herramienta que nos ayuda a indagar en el interior en la búsqueda de nuestro centro y mitad. Por esta razón iniciar una terapia (ya sea individual, familiar, de pareja, etc.) supone adentrarse en nuestras estructuras más primitivas y fundantes, en nuestros soportes y en nuestros vacíos interiores y supone también caminar desde la determinación de crecer y acoger la vida con una mirada nueva y unas herramientas que nos ayudan a llevar el timón en la dirección que queremos.
Amparo Navarro Salvador