Los comienzos de la psicoterapia tal y como la conocemos hoy tienen
sus orígenes en el principio del siglo XX. En este tiempo se buscaba dar
una explicación más global y unificada del ser humano para llegar a un
conocimiento integral de la persona.
Figuras de la relevancia de
Erich From, Karen Horney, Stack Sullivan... sacaron de la medicina el
concepto de "malestar humano" entendido como crisis personal o inquietud
existencial a través de una serie de métodos y técnicas que ayudaban
en la relación terapéutica. Esto amplió sus miras en la observación de
los pacientes, incluyendo lo emocional y lo corporal, no solo lo mental,
haciendo nacer al nuevo psicoanálisis.
Fritz Perls, heredero de las teorías del psicoanálisis clásicas elaboró
su propia síntesis atendiendo a un concepto de persona en el que
estaban reconocidas sus diversas dimensiones (mental, corporal,
emocional, espiritual). Podría decirse que la teoría psicoterapéutica de
Perls estaba enraizada en la idea de autenticidad, en el tratar de
llegar a ser lo que uno es en definitiva para lograr el propio bien, el
de su entorno y el de sus relaciones.
La terapia gestalt, fruto
del trabajo de Perls, es por tanto una disciplina terapéutica del
momento presente, ya que trata de hacer emerger la verdad de lo que la
persona es, y esto sólo es posible que brote en la relación presente,
del ahora. No se trata de realizar una búsqueda solo en el pasado o solo
en las expectativas futuras, sino más bien de atender con detenimiento a
lo que pasa con el organismo en este instante.
Somos lo que
somos en este momento o puede ser que nos comportemos de otro modo. Los
otros lugares o formatos en los que a veces nos mostramos no aportan
beneficios porque van desfigurando nuestra verdadera identidad y pueden
llegar a confundirnos alejándonos de lo que verdaderamente somos.
La terapia gestalt pone el acento en las relaciones, y esto la obliga
desenvolverse desde una tolerancia profunda a la diferencia, atiende a
la persona en lo que la persona es, no lo que cree que es, y esto
facilita que el que acude a terapia tome la iniciativa y el protagonismo
en la resolución de las dificultades que le bloquean, descubriendo de
este modo lo que tenía olvidado de sí mismo.
Amparo Navarro Salvador